El Real Madrid es un Bicho
- Enrique Muñoz
- 13 abr 2017
- 3 Min. de lectura
Se le puede dar por muerto una y otra vez. Se le puede enterrar bajo tierra todas las veces que uno quiera. Se le puede criticar e intentar despojar de sus espectaculares números. Pero ninguna de estas cosas acabaran sirviendo. Cristiano es inmortal, insaciable y voraz. Siempre aparece en las grandes citas, en los partidos de verdad, donde, una vez tras otra, deja su huella grabada para la historia.
El balón echó a rodar sobre el verde del Allianz Arena y el Bayern se abalanzó sobre la yugular del Real Madrid monopolizando la posesión. Los de Zidane sobrevivieron el primer envite, achicando balones que solían acabar en las esquinas. Pero al 5º corner los bávaros encontraron el gol. Robben acarició el balón y lo puso en el segundo palo, donde como un auténtico misil iba a aparecer el chileno Vidal, dando con la cabeza un martillazo al balón para meterlo al fondo de la red. Keylor Navas, bajo de reflejos y lejos de ser el portero que era, no consiguió despejar el testarazo, que se coló por el centro de su portería. Antes del gol y haciendo una comparación de guardametas, Manuel Neuer voló para sacar con la yema de los dedos un cabezazo picado de Karim Benzema que antojaba con meterse por la escuadra. Cuestión de porteros que el 1-0 se decantase por los locales o por los visitantes.
Más tarde, cuando los dos equipos enfilaban hacía el túnel de vestuarios, un grave error arbitral pudo dejar al Real Madrid con pie y medio fuera de Europa. Ribery amagaba en la frontal y cuando por fin encontró el disparo, Carvajal lo despejó con el pecho. Sin embargo, el árbitro italiano decidió pitar pena máxima. Los que conocían el dicho "Penalti que no es, penalti que no se marca" podían estar tranquilos. Vidal quiso ser el verdugo de los blancos y ,con más rabia que otra cosa, mandó el cuero a las nubes tras reventarlo con la zona del empeine. Si el error del colegiado fue grave, más grave fue el del chileno, que dejó con vida al rey de Europa al filo del descanso.
Los de Zidane, renovados y sintiéndose más vivos que nunca, salieron en tromba a por el empate, que no se hizo esperar. En el 46, un incansable Carvajal puso un lujoso centro al corazón del área para que Cristiano, con un espectacular derechazo, cruzase el esférico al otro palo del gigante Neuer. Su famoso grito retumbó por cada rincón del feudo alemán, dejando helado al infierno que amenazaba con arder y que, sin embargo, apestó a chamusquina otra vez. El Madrid empezó a lucirse a la contra y Cristiano Ronaldo desesperó a Javi Martinez con sus arrancadas, provocando su expulsión por doble amarilla en apenas tres minutos. Entre cartulina y cartulina, Zizou dió entrada al mago mallorquín, Marco Asensio.
El tiburón blanco olió la sangre y se fue directo a por el Bayern de Munich, zarandeándolo hasta el final del partido. El Madrid, con la valentía de un campeón, empezó a coleccionar ocasiones de todos los colores, pero al conjunto dirigido por Ancelotti lo sostenía un coloso en forma de cancerbero. Como si de la famosa fábula de los tres cerditos se tratase, el Madrid sacó su lado más feroz y se convirtió en un lobo indomable, que sopló y sopló hasta derrumbar el muro de Munich. Lo tumbaron entre Asensio y Ronaldo. El primero puso un centro medido, ejecutado con una delicada rosca, y el segundo remató en boca de gol, adelantándose a todos los defensas, con la zona de los tacos.
El lobo feroz cazó a su presa y encarriló la eliminatoria, pero se quedó con hambre, sabiendo que pudo salir de tierras germanas con un saco de goles. Este triunfo es de un valor tremendo para el conjunto merengue, que cuando escucha la melodía de la Champions se transforma en un animal imparable. El Real Madrid y Cristiano están muy vivos.

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