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Marcelo mantiene la independencia

  • Enrique Muñoz
  • 30 abr 2017
  • 2 Min. de lectura

El cielo de Madrid atardecía con color gris. Una de esas tardes oscuras y lluviosas en las que crees que nada bueno puede pasar. Sobre el Santiago Bernabeu revoloteaba un murciélago que amenazó todo el partido con echarse a sangre fría encima de la yugular del equipo de Zidane. El golazo de Parejo hizo temer lo peor. El murciélago hincó los colmillos en el cuello del Madrid y quiso quitarle toda la sangre que le hacía depender de si mismo en La Liga. Sin embargo, Marcelo se vistió de épica y en cuatro minutos ahuyentó al pequeño vampiro con un estrepitoso bramido tras marcar el gol de la victoria en el 86'.



El partido empezó entre sustos. En el primer minuto, Santi Mina estrelló el balón en el palo de la portería de Keylor Navas. El Madrid saltó al césped dormido, pero poco a poco se fue haciendo con el control del partido, mérito de una gran presión que hizo desaparecer a los centrocampistas chés, provocando un gran número de imprecisiones en el equipo valenciano.


Los blancos siguieron dominando y Carvajal apareció solo en la banda derecha. Paró a atarse los cordones, se limpió la bota, envolvió la pelota con un lacito y se la regaló a Cristiano, que remató cruzado con la cabeza, fuerte y abajo, como bien indica el manual del buen cabeceador. El portugués, que no tuvo una tarde brillante, volvía a marcar la diferencia. No lo hizo después con su penalti en el segundo tiempo. Modric se metió en el área y Parejo, que debía ser amigo íntimo del croata, le recibió con un fuerte abrazo. Se olvidó que estaba jugando un partido de fútbol y el astro portugués se dirigió hacia los once metros. Pero, por tercera vez, Diego Alves se lo volvía a detener. Lo de este portero es de Récord Guinnes.

El conjunto de la capital siguió generando ocasiones pero no aumentó su ventaja. Le gusta jugar con la cuerda floja. El Madrid, siempre al filo del cuchillo, se encontró con un tremendo gol de falta de Parejo a menos de diez minutos del pitido final. Lo que no sabía el capitán del Valencia es que había cometido un gravísimo error, había despertado a la bestia. El Bernabeu empujó a los suyos y, en forma de ola, creció hasta llevarse por delante al equipo ché. Los minutos finales en este estadio siempre guardan algo de magia y Morata empezó a tirar sombreros en el córner hasta entregar el esférico a Marcelo, que subía eufórico por la otra banda. Así, con el ADN madridista corriendo por sus venas, el brasileño se plantó en el borde del área, rompió a su defensor hacia la derecha, y con su pierna menos buena salvó la independencia del Real Madrid para ganar esta liga.


Los de Zinedine Zidane necesitaron una vez más de la épica de los últimos minutos para sumar los tres puntos. Creen en sí mismos hasta el final y quieren llevarse una liga que se antoja desde hace años. Por ahora, la independencia es suya.

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