En el peor momento
- Imanol Vilella
- 7 may 2017
- 2 Min. de lectura
El Athletic desperdicia una magnífica oportunidad de consolidarse en Europa ante un Alavés que no perdonó. Una gran segunda parte del glorioso anuló las esperanzas de unos leones muy superiores en los primeros 45 minutos.
Los rojiblancos hicieron bueno el dicho de que “el que perdona lo acaba pagando” y así fue. Vitoria se vistió de gala para presenciar uno de los partidos más importantes del año. La afición de Mendizorroza no defraudó y llevó a los blanquiazules en volandas mostrando a gran comunión que existe entre club y afición. El partido comenzó muy intenso sin un dominador claro, pero poco a poco el peso del choque cayó del lado de los bilbaínos. Antes de los diez primeros minutos, Pacheco ya se había tenido que estirar para atajar un remate de cabeza de Aduriz tras un centro de De Marcos. Durante la primera media hora ambos conjuntos dispusieron de ocasiones de gol, siendo más claras en la portería local. Hasta en seis ocasiones buscó el 20 rojiblanco el gol en la primera parte sin fortuna, bien sea por las intervenciones del meta local o bien porque sus remates no encontraban puerta. El palo evitó el gol de Beñat en una de las más claras del partido tras un zapatazo lejano. El Athletic siguió intentándolo hasta el final de la primera parte pero sin resultados.
Con el pitido del colegiado comenzaba una segunda mitad muy diferente a la primera. La grada de Mendizorrotza alentó a sus pupilos que verían recompensado su esfuerzo en el minuto 53. Kiko Femenía provocó con un durísimo disparo desde la frontal la jugada del único gol de la mañana. Su remate fue desviado a córner por Arrizabalaga que no pudo hacer nada para detener el misil que Theo Hernández lanzó contra la meta visitante. El joven lateral recogió completamente solo en la frontal del área el balón servido desde la esquina en un desbarajuste de la zaga rojiblanca. Controló el balón, se orientó y lanzó un zurdazo que se coló por la escuadra firmando uno de los goles de la jornada y dejando en evidencia la fragilidad defensiva que este año está mostrando la zaga bilbaína. Afición y jugadores eran uno y resistieron los envites visitantes que buscaban el gol mediante ataques estáticos y centros laterales. La intensidad se hacía patente en cada duelo, llegándose incluso a detener el juego por una tangana entre Deyverson y Laporte que se saldó con un cariñoso beso del ariete blanquiazul al zaguero visitante. El ambiente en el feudo del glorioso era el de las grandes citas, dando a sus jugadores el aliento extra que necesitaban para mantener el resultado. Conforme pasaban los minutos, los leones se impacientaban y cada vez gozaban de menos claridad en sus ocasiones. En los segundos 45 minutos, apenas se contabilizan dos remates entre los tres palos del Athletic que fueron atajados por Pacheco. Con ese resultado finalizaría un derbi marcado por la intensidad y la rivalidad sana que se vive en esta clase de encuentros.

Comentarios