Historia por hacer
- Enrique Muñoz
- 11 may 2017
- 3 Min. de lectura

Seguramente todos tengamos un vecino entrañable al que queremos y con el que nos llevamos de maravilla. A veces nos ayuda con las bolsas de la compra, otras veces nos invita a un café...Sin embargo todo cambia con el Real Madrid, sin ningún tipo de piedad contra su vecino. En los pasillos de la Champions, el Madrid se ha cruzado con el Atlético cuatro veces en los últimos cuatro años, y por cada cruce, una puñalada, cada cual más dolorosa y profunda que la anterior. La primera llegó de la cabeza de Sergio Ramos en Lisboa , la segunda fue mérito de Chicharito , la siguiente la dio Cristiano con el penalti ganador en Milán y la última fue ayer la mágica jugada de Benzema. El sueño rojiblanco, de nuevo, destrozado por su bestia negra. Una pesadilla más.
El Atlético, con su orgullo y su fe por bandera, salió convencido de darle la vuelta a la eliminatoria. Por su parte, el Madrid, agarrotado por el caldeado ambiente del Vicente Calderón en su última noche europea, solo le quedó intentar evitar la embestida de un toro rojiblanco que echaba humo por la nariz. Era el minuto cinco y Koke probó la primera acometida con un remate en el primer palo pero, sin embargo, Keylor Navas respondió con una muy buena parada abajo. El 6 rojiblanco se quedó con ganas de cornear al Madrid y, en el siguiente córner, teledirigió el balón hacia la testa de Saúl, al que los cánticos rojiblancos le elevaron por encima de Cristiano para rematar la pelota al fondo de las mallas. Los de Zidane, aturdidos en la caldera y sin reponerse de la primera cornada, se encontraron con la segunda. Torres pisó el área rival y Varane lo derribó. Penalti claro. Griezmann tomó la responsabilidad y esta vez no falló. El Madrid tenía la cara pálida y pareció esperar su muerte en el paredón de fusilamiento.

No obstante, el Atlético, con los deberes a medio hacer, se echó atrás y dejó con vida al enemigo. Fatídico error. Mientras los rojiblancos se cambiaban las botas de fútbol por los guantes de boxeo, Isco y Modric secuestraron el balón y el rumbo del partido cambió. El Atleti se olvidó de la remontada y trató de noquear al Madrid con golpes en vez de con goles. Floyd Koke Mayweather golpeaba a Modric, Gabi Pacquiao a Isco y Godín Mcgregor se ocupaba de Cristiano. La Real Academia Española se debe plantear cambiar el significado de la palabra "intensidad", pues algunos todavía dirán que "intensidad" también es recibir a botellazos a los aficionados merengues en los aledaños del Calderón.
Entre tanto, la posesión del Madrid logró finalmente frenar el agobio local al que había sido sometido durante la primera media hora y tranquilizó el encuentro. Y en esa tranquilidad solo pudo reinar uno, Karim Benzema. El gato agarró una pelota en la esquina rival y con él aparecieron Gimenez, Godín y Savic, pero el delantero francés encontró el camino a Cardiff sobre la línea de cal, bailó a sus defensores y puso el esférico atrás para la llegada de Kross. El gigante Oblak sacó el remate del alemán con un auténtico paradón, pero el rechace lo cogió el más listo de la clase, Isco Alarcón, introduciendo el balón dentro de la portería. Con tanto hastag #NoLoPuedenEntender, habría que preguntar al Atlético de Madrid si entendió por donde se escapó Benzema. Jugada para exhibir en un museo. Chapa y candado al Calderón. El corazón de los del Manzanares otra vez hecho añicos, vuelta a la pesadilla.

En la segunda parte, al conjunto colchonero le faltó fuelle para buscar una nueva remontada. El centro del campo rojiblanco se desvaneció corriendo tras un espectáculo de escapismo protagonizado por los magos del Madrid, Isco y Luka Modric. Con el balón en los pies de ambos, el partido transcurrió cómodo para los de Zizou. Después, Gameiro tuvo la ocasión más clara, igual que en la ida, pero volvió a fallar. Danilo se durmió y Keylor Navas tuvo que salvar a su equipo con una tremenda doble parada. Primero rechazó el disparo de Carrasco y después sacó un cabezazo de Kevin a quemarropa. Cuando el Atlético intentaba creer de nuevo, el portero costarricense le daba un portazo en los morros. Detrás de la puerta, Cardiff.
El Atlético se fue despedido por su afición con una gran ovación pese a caer por cuarta vez consecutiva en Europa ante el Real Madrid. Quizá sea esa actitud conformista la razón por la que los rojiblancos no hayan conquistado todavía su primera Copa de Europa. Mientras, un Real insaciable de éxitos buscará la Duodécima en la capital de Gales. En frente esperará la Juventus de Turín. Historia por hacer.
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